Excuse
Me, yo soy Boricua
El
tapón usual de la salida del Colegio me resulto menos sofocante que la hostil
conversación que sostenía con mi madre de camino a casa. “Eres una traidora.
Vividora e ignorante de lo peor. Justamente por eso el mundo debe acabar
pronto, porque tu generación esta mal, muy mal y terminarán destruyendo lo
que quede de mundo.” Al parecer le colmé la paciencia con mi comentario
patriótico. “Soy boricua. Amo a Puerto Rico, demasiado, por eso apoyo la estadidad,
porque la colonia es una mierda y necesitamos echar pal ante. La estadidad nos provee
igualdad ante el mundo, al igual que la independencia. Sea cual sea el
resultado final, mi preocupación es la disolución del estatus actual. Quiero lo
mejor para mi gente, y francamente no es la colonia. Así que considérame
estadista de izquierda.” Con estas palabras, sellé el coraje de mi madre, y con
toda la razón del mundo. En una familia de veteranos, trabajadores de gobierno,
fervientes estadistas republicanos veneradores del tío Sam, semejante herejía
no podía ser tomada de otra forma, especialmente cuando proviene de la más
joven de la familia, la universitaria ignorante que de seguro se ha dejado
influenciar de ideas diabólicas socialistas y no tiene idea de lo que es
correcto.
Mientras
mi madre continuaba discutiendo indignada respecto a mi errada postura
política, reflexionaba sobre que podría hacer para que entendiera que pensar
diferente no me hacia estar equivocada; sobra decir que los intentos fueron
fallidos. Mi punto se resume en lo siguiente: porque decir que estoy
equivocada, si realmente ambas tenemos un mismo fin, impulsado por motivaciones
diferentes? Seguramente ahí raya la contradicción
Estamos acostumbrados a tres vertientes
políticas, acompañadas de un estereotipo errado de los miembros de sus
partidos. Los independentistas; ah estos maravillosos rebeldes con barba y
sombrero que imitan al Che, no tienen más que hacer que protestar. Si, ellos
son los causantes de las huelgas, los paros, las uniones y todas esas
manifestaciones en contra de los Estados Unidos. Para más decires, algo así
como el cáncer de nuestro país. De salirse con la suya, llevarían a Puerto Rico
al hoyo y nos causaran ser exiliados del reino de dios Obama como sucedió con
Cuba hace par de años. Así, ellos representan la desgracia, la falta de
progreso, el deseo de congelarnos en le tiempo, comer batata y carecer de agua
potable. Esa izquierda, afiliada a terroristas como Chávez y Castro, merece más
que la muerte, el exilio y la incapacidad de expresar sus absurdas ideas al
mundo. Peor aun, como ellos se atreven decir que en Puerto Rico hay los
recursos para subsistir sin la ayuda de papa Pecosa? Herejes! Aquí lo que hay
es un chorro de mantenidos, ellos deben entender eso, que sin América no se
vive. Así le gritan los populares, cuyo único recurso es acudir a Luis Muñoz Marín
cada vez que desean enfatizar su punto inútil de porque debemos permanecer como
una inservible colonia. Ellos representan el término medio, el jamón del sándwich,
ni aquí ni allá. Somos gringos para creernos superiores a los dominicanos, pero
muy boricuas para ser iguales a los gringos. Entiéndase que somos la hostia
divina, por lo cual Estados Unidos jamás dudaría en romper relaciones con la
tierra prometida de las américas. Ni gastos ni problemas, una relación
simbiótica mutualista que debe permanecer siempre, eso es lo que es el ELA. Brutos!
Así le gritan los estadistas, los más inteligentes y pensantes, las únicas
personas que valen la pena en este país. Entiéndase los republicanos, amadores
de la nación salvadora, veneradores del “Oh Say” que nos libro del yugo
español. Me refiero a este grupo de fieles súbditos del yugo apoyan ciegamente
las decisiones de Estados Unidos, sin duda el mejor país del mundo. No existe
en el planeta cosa mejor, ni en Europa ni en Sur América hay tanto desarrollo
progreso e igualdad. Los americanos son los dadores del pan y la vida, por eso
merecen nuestro respeto y nosotros debemos admitir que sin ellos, somos más que
un conjunto de moléculas sin sentido.
Tremenda
verborrea, senda sopa de plátano, arroz con habichuelas sin sentido, mas de la mismísima
mierda de politiquería a la que nos tienen acostumbrados, y nada de razonamiento
lógico por aquí. Crecemos escuchando eso, en las casas donde solo hay una
bandera, y no es la de aquí. El extremismo de izquierda que se critica, se
practica justificando la lealtad y el patriotismo a la nación extraña.
Contraste absoluto de lo que dicen los que tienen casas con ambas banderas, y
aun más contradictorio a aquellos aposentos donde ondea la mono estrellada. Y
es que al menos, los que crecen en ambiente político tienen aunque sea un
conocimiento errado del tema, contrario a los que no se les ha inculcado nunca
si quiera ni una equivocada postura, por lo cual poco les importa los asuntos
que conciernen a los suyos. A mi por ejemplo me enseñaron que ser una estadista
y no amar los gringos es una contradicción, bueno mas bien yo digo, ser boricua
y no amar la patria, eso si es una contradicción biológica.
En el fondo de mi corazón entiendo que, se
trata de ignorancia. Es un cambio generacional, de un movimiento que busca la
libertad, las posibilidades mas allá de lo convencional, ante una generación
que no toma riesgos y que vive de rodillas agradecida por la invasión de hace
cien años. Si bien es cierto que en su momento, la unión mediocre con los
Estados Unidos representó esperanza para un pueblo falto de educación y
recursos, hoy nos estanca, limitando nuestro potencial de salir adelante como
pueblo. No tengo duda que, en Puerto Rico hay tanto los cerebros como las manos
para salir adelante por si mismos, sin necesidad de las migajas que tanto nos
cuestan. Lo que si es preciso es que, ese potencial no se puede dar, porque
vivimos con mentes cautivas y piernas libres. Estamos mas restringidos que los
cubanos, porque pudiendo viajar a cualquier parte del mundo a antojo, somos
incapaces de ver mas allá del 100X35. Defecto tras defecto buscamos en otros
para justificar nuestra mediocre conformidad. Es en este punto donde me digo a
mi misma: no más humillaciones. Porque seguir aguantando abucheos en la
convención republicana? Porque tolerar que la mayoría de los estadounidenses no
sepan localizar a Puerto Rico en un mapa mundial? Porque aceptar tener que
aprender su lengua y ellos no la mía? Para mi entonces, existe una solución,
que para muchos es locura, pero véase bajo mi lupa, como la mejor venganza que
pueden recibir de nuestra parte. Separación? Para que? Igualdad, eso les duele
mas. Igualdad porque ellos tendrán que aceptarme como igual, pero yo siempre tendré
presente que soy diferente. Quiero la estadidad, porque deseo más que nadie que
mi isla salga del estancado estatus actual. Y si el cambio de estatus por
decisión de mi gente significa que entonces, hay que desligarse del ala del
águila, con gusto lo acepto y me comprometo a luchar por echar mi país pa
alante! Amar la nación, es amar Puerto Rico. Cual bien dijera un gran prócer
estadista, la patria no se hace hablando, se hace trabajando.
Con este grito
de rebeldía, incito a todos los revolucionarios escondidos que se dejen sentir
a viva voz. Habrá un medio que jamás podrán detener, el poder del
pensamiento critico, la habilidad de la palabra y la libertad de compartir con
mis compatriotas la valentía necesaria para ocasionar un cambio, que empieza
por tener la osadía a la expresión, aunque eso cueste. Me uno a las palabras de
Chávela Vargas, una gran mujer que dijo que la libertad trae el alto precio de
la soledad, porque a nadie le gusta vivir con una persona libre. Vivimos en un
país libre a medias, con pensamientos cautivos, lo cual nos ata como ratones de
laboratorio a caminar en una rueda sin salida. Es hora de dejar de trabajar en
vano para movernos en la rueda, empecemos a construir para nosotros. Debo cerrar, con algo célebre.
No se me ocurre más que citar a mi compañero de lucha anti colonial, mí querido
Residente Calle 13: Los de abajo vienen conmigo, ahora que entren los que
quieran.
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